Claudia María Ramírez

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Fabrico clientes con textos

Claudia María Ramírez

No soy hada.

Pero casi.

Reescribo tus servicios para transformar tus ventas.

“¿Cómo?”, te preguntas en este momento.

Pues, escribo palabras que dan en el blanco y se vuelven leyenda...

…al estilo de Guillermo Tell.

Y tú y yo nos la llevaremos superbién si:

👉🏻 De tu boca nunca ha salido: “Vendo solo con fotos bonitas”.

👉🏻 Sabes que las palabras son las amas y señoras del universo.

👉🏻 Le escribes a tu audiencia para algo más que rogar que adquiera tus servicios.

👉🏻 No eres un vampiro en busca de la billetera de su potencial cliente.

👉🏻 Sigues planes y te dejas guiar porque sabes que a la loca tolondra no llegas a ninguna parte.

👉🏻 Valoras la ortografía y la gramática.

Sé que estás aquí para conocerme.

Te develo el misterio sin rodeos.

Claudia María Ramírez


Creo
que estamos hechos de palabras. 

Creo que nos relacionamos con palabras. 
Creo que nos emocionamos con las palabras. 

Creo que ayudar a los demás es lo máximo y que, si puedo hacerlo con mis palabras, no hay razón para detenerme. 

Creo que tanto las palabras como los silencios hablan por sí mismos y salen siempre del corazón. 

Creo en la ortografía, la gramática y las ideas.
Creo en la comunicación.
Creo de la
a a la zeta en las 27 letras. 

También creo que las diferencias son necesarias y complementarias, como el Quijote y Sancho Panza. 

Creo en ti y en mí. 

Y creo que tú puedes lograr lo que te propones.

Esta es mi historia


Me arriesgo.
Empiezo con la cita de un fulano famoso. Pero no lo hago por petulancia. Solo que, para lo que voy a contarte, no podemos ignorarla:

Cualquier destino, por largo y complicado que sea, consta en realidad de un solo momento: el momento en que el hombre sabe para siempre quién es.


Pertenece a “Martín Fierro”, un cuento de Jorge Luis Borges.

Y la traigo a colación porque ahí empieza mi historia: en el momento en que descubrí quién soy, qué quiero y qué hago por ti.

Tenía el corazón hecho picadillo, los ojos secos de llorar y solo una petición al universo: “Ayúdame, porfa”. Estaba siendo bombardeada por un “Cambia, lo que estudiaste no sirve” y “Tú no sabes, pero yo sí”.

Haber estudiado Literatura, haber hecho una maestría en Ciencias del Lenguaje y tener un diplomado en Corrección de estilo parecía no valer, y, si hay alguien que te lo recuerda a diario con palabras, gestos o actitudes, es frustrante. 

Cedí.

Lo que me decían parecía tener sentido y el apocalipsis zombi que vivimos en 2020 y 2021 lo reiteró.

Archivé 10 años como redactora, correctora de estilo y editora, y me metí en la cocina. Las cuentas no se pagan solas. Hice tortas y galletas en mi casa.

Y el primer tropiezo que tuve fue: ¿cómo diantres vendo? Porque ideas de negocio hay muchas, pero hacerlas realidad no es tan fácil como lo pintan.

Entonces, aparecieron ellas: las palabras. La única forma de vender es usándolas. 

Eso que yo quería olvidar salió a flote. Necesitaba escribir: promocionar mis tortas y galletas, explicar por qué las mías eran diferentes (y mejores) y darme a conocer. Un par de años antes (y por causalidades del destino), había cursado una certificación: Content Marketing. Me fue fácil ponerla en práctica y crear una estrategia de marketing de contenidos para Instagram y ofrecer mis tortas y galletas sin ser la acosadora de las ventas.

Entre ires y venires, mi hermano menor me habló del copywriting y pronunció las palabras que cambiarían mi vida: “Tú tienes fe en las palabras. Es pan comido para ti”.

Fue mi momento Martín Fierro. Lo supe.

Estoy hecha de palabras, confío en ellas y, aunque mi yo de 20 años diría lo contrario, me gusta escribir.

Me aferré a mis creencias. Me aferré a mí. 

Vendí gracias a lo que escribí. Fidelicé clientes por lo que escribí. Conecté con las personas por lo que escribí.

Hice un curso y, luego, me certifiqué como copywriter. No sería una aficionada más ni una redactora que se autodenomina copywriter por moda.

Y di el giro que el universo tenía escrito.

Aunque adoro endulzar la vida de los demás y hornear es una de mis grandes pasiones, tenía todo para retomar lo que soy y poner a tu disposición mis palabras para que tú vendas más.

Por eso, desde 2022 soy copywriter certificada y mi trabajo consiste en que tú no tengas que escribir, dejes de sonar a más de lo mismo y tu empresa sea (re)conocida.

Claudia María Ramírez

Vendes con palabras.
Pero no las del montón, las tuyas.

Y hay más (porque soy más):

La leyenda que me hace suspirar es la del soldado de Marathon.

Claudia María Ramírez

Soy de risa fácil y siempre que puedo ando sin zapatos.

Soy tímida e introvertida, pero dame confianza o un motivo, y me salen hasta letreros.

Las arañas son mi criptonita.

Además de español, sé francés, chapaleo en inglés y aprendí latín y griego clásico.

Claudia María Ramírez

Mi lema podría ser: «Dame una palabra y moveré el mundo». 

Nací el mismo día que los Migueles: de Cervantes y de Unamuno.

Mi palabra favorita es brownie (y si es al desayuno, mejor).

Claudia María Ramírez

Antes de despedirnos, tengo algo que confesarte:
En los negocios y en la vida, gana quien comunica mejor.

Ahora que me conoces,

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